La nueva sentencia, que revocó el fallo Roe vs. Wade de 1973 que le había brindado jerarquía constitucional al derecho al aborto, y forzó a su legalización en todo el país, tuvo un impacto inmediato: el acceso a un aborto prácticamente desapareció en varios estados, sobre todo en el sur, en el llamado “Cinturón de la Biblia”. Clínicas y médicos debieron suspender turnos para realizar abortos o atender pacientes. Y el giro conservador de la Corte desató protestas multitudinarias en las principales ciudades del país, sobre todo, en los bastiones progresistas, como Nueva York, Chicago, Seattle, o la capital, Washington.
“Este otoño, Roe está en la boleta. Las libertades personales están en la boleta”, dijo Biden, apuntando a las elecciones legislativas.
Por primera vez en casi medio siglo, millones de mujeres en Estados Unidos perdieron el acceso a un aborto legal. Apenas se conoció el fallo de la Corte, ocho estados del país se movieron para restringir o prohibir los abortos de inmediato a través de “leyes gatillo” aprobadas ante de la sentencia: Alabama, Arkansas, Kentucky, Louisiana, Missouri, Oklahoma, Dakota del Sur y Utah. Otros seis, Idaho, Wyoming, Texas, Mississippi, Tennessee y Dakota del Norte, lo harán en las próximas semanas. El Instituto Guttmacher, una organización a favor del aborto dedicada al análisis de la política de salud y los derechos reproductivos, estima que 26 estados actuarán para restringir al máximo posible el acceso a un aborto con muy pocas excepciones, y algunos incluso en casos de violación o incesto.